Se trata de la calle 22, de 80 a 82.
«Por la calle pasan cientos de micros todo el día; está lleno de pozos y no arreglaron nada. Tenemos miedo que los micros se estrellen contra nuestras casas, porque agarran por la tierra para esquivar los pozos. Entonces, antes de que tengamos que lamentar la muerte de un vecino, protestamos», comentó Adolfo Sebastiani.